Manifiesto de Montecristi

Documento oficial del Partido Revolucionario Cubano, firmado por José Martí y Máximo Gómez el 25 de marzo de 1895 en la localidad de Montecristi,República Dominicana, expone las ideas para organizar la guerra de independencia cubana de 1895. Este documento constituye una fehaciente muestra de la unidad y solidez de la revolución cubana, tal el propio texto recogiera. Al mismo tiempo, expone la comunidad de criterios y los estrechos lazos de las dos generaciones participantes en la guerra del 95, mientras evidencia la profunda amistad y el sentimiento patrio que hermanaban a Gómez y a Martí.

 

Semblanza

Al inicio de 1895, los preparativos de la “Guerra Necesaria”, organizada por José Martí, habían alcanzado un momento culminante. El 29 de enero de aquel año, Mayía Rodríguez, Enrique Collazo y José Martí, firmaron la Orden de Alzamiento. Tan pronto fue enviada a la Isla, el Maestro viajó a la República Dominicana, donde se reuniría con Máximo Gómez, para preparar su viaje a la Mayor de las Antillas.
Martí se encuentra en Santo Domingo, y recibe noticias concretas donde se da por seguro que ha estallado nuevamente la guerra en Cuba, y donde se dice, incluso, que él y Máximo Gómez han desembarcado en la amada patria. No hay que pensar ni esperar más, se impone prepararlo todo y partir.
El 7 de febrero, José Martí tocaba a la puerta del estratega dominicano en la ciudad de Montecristi. Allí les llegó la confirmación de que el 24 de febrero se había encendido otra vez la llama de la revolución en Cuba. Un mes después, el 25 de marzo, firmaban el documento bajo el nombre El Partido Revolucionario a Cuba, conocido en la historia nacional como Manifiesto de Montecristi, por la localidad dominicana donde fue suscrito.

 

Trascendencia

El manuscrito, piedra angular programática de la Revolución del 95, hacía hincapié en las razones que justificaban y exigían la liberación de la Isla: “la guerra de independencia de Cuba, (…) es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo”; destacaba la necesidad de una guerra “generosa y breve”; explicaba con profusión de detalles que la contienda no era contra el español, sino contra el régimen colonial; en tanto alertaba sobre el “insensato y jamás en Cuba justificado temor a la raza negra” y de esa manera previó denigrantes campañas racistas de los enemigos de la revolución.
También abogaba por una profunda transformación de la realidad socioeconómica insular, una vez terminado el enfrentamiento armado; y rechazaba toda consideración geopolítica acerca de un futuro para Cuba relacionada excesivamente o integrada en los marcos estatales de otra nación.
Tales tesis, de trascendencia política y económica, reiteradas por Martí en diversas ocasiones durante la década de los noventa, sustancia el contexto geopolítico e histórico en que Cuba volvía a levantarse en armas, no sólo para alcanzar su independencia de España sino, y sobre todo, para evitar el predominio en nuestra América, y particularmente en el concierto caribeño, de los Estados Unidos.

 

Fragmentos

– … y los representantes electos de la revolución que hoy se confirma, reconocen y acatan su deber,—sin usurpar el acento y las declaraciones sólo propias de la majestad de la república constituida,—de repetir ante la patria que no se ha de ensangrentar sin razón ni sin justa esperanza de triunfo, los propósitos precisos, hijos del juicio y ajenos de la venganza,…
– La guerra no es,… sino la demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra anterior…
– La guerra no es la tentativa caprichosa de una independencia más temible que útil, que solo tendrían derecho a demorar o condenar los que mostrasen la virtud y el propósito de conducirla a otra más viable y segura, y que no debe en verdad apetecer un pueblo que no la pueda sustentar; sino el producto disciplinado de la reunión de hombres enteros que en el reposo de la experiencia se han decidido a encarar otra vez los peligros que conocen, y de la congregación cordial de los cubanos de más diverso origen
– La guerra no es contra el español, que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento de la patria que se ganen podrá gozar respetado, y aun amado, de la libertad, que sólo arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino
– Entre Cuba en la guerra con la plena seguridad, inaceptable sólo a los cubanos sedentarios y parciales, de la competencia de sus hijos para obtener el triunfo por la energía de la revolución pensadora y magnánima, y de la capacidad de los cubanos, cultivada en diez años primeros de fusión sublime, y en las prácticas modernas del gobierno y el trabajo, para salvar la patria desde su raíz de los desacomodo…
– Cuba vuelve a la guerra con un pueblo democrático y culto, conocedor celoso de su derecho y del ajeno; o de cultura mucho mayor, en lo más humilde de él, que las masas llaneras o indias con que, a la voz de los héroes primados de la emancipación, se mudaron de hatos en naciones las silenciosas colonias de América…
– De otro temor quisiera acaso valerse hoy, so pretexto de prudencia, la cobardía; el temor insensato, y jamás en Cuba justificado, a la raza negra.
– La revolución, con su carga de mártires, y de guerreros subordinados y generosos, desmiente indignada, como desmiente la larga prueba de la emigración, y de la tregua en la isla, la tacha de amenaza de la raza negra con que se quisiese inicuamente levantar por los beneficiarios del régimen de España, el miedo a la revolución.
– Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos. No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al acero responda el acero, y la amistad a la amistad.
– La dificultad de las guerras de independencia en América, y la de sus primeras nacionalidades, ha estado, más que en la discordia de sus héroes y en la emulación y recelo inherentes al hombre, en la falta oportuna de forma que a la vez contenga el espíritu de redención que, con apoyo de ímpetus menores, promueve y nutre la guerra, -y las prácticas necesarias a la guerra, y que ésta debe desembarazar y sostener.
– Desde sus raíces se ha de constituir la patria con formas viables, y de si propias nacidas, de modo que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a la tiranía.
– La guerra de independencia de Cuba, nudo de haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de pocos años, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo.
– Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del mundo.
Montecristi, 25 de marzo de 1895
José Martí / Máximo Gómez

 

Fuentes