LO QUE HACE FALTA ES QUE RESPIRE

LO QUE HACE FALTA ES QUE RESPIRE

Si algo he aprendido en los últimos años con la experiencia de la lucha cívica en Cuba dentro del Movimiento San Isidro es la interseccionalidad. Múltiples son las motivaciones y no homogéneas detrás de la consigna: Abajo el comunismo!!! Si vives en Cuba y eres oprimido por el régimen comunista pero eres blanco, es una cosa, si eres negro otra, si no eres de la Habana otra y si eres mujer o gay y si vienes de barrios marginales, empobrecidos, si tu familia tenía posesiones y se las quitaron, o si eran analfabetos y aprendieron a leer y a escribir con la “revolución”, si tus padres se comieron por gusto la zafra, si te quedaste en el viaje del trabajo, te casaste con la rusa, el italiano, si te tiraron huevos al marcharte, si llegaste en una balsa o tuviste que enfrentarte, atravesar las selvas y desiertos con coyotes, si te mandan remesa o vives del salario, si te repatriaste…así sucesivamente capa sobre capa de opresión y acumulación de miedos, dolores y odios.
Así la perspectiva que nos vamos conformando para una nueva Cuba, es diferente según el cristal con que se mire o como se diría en buen teatro: la máscara que nos ponemos para mirar nuestro propio reflejo.


No puedo respirar!! gritó agonizante Floyd y a diferencia de los años en que la cortina de bagazo no permitía a los cubanos que estaban dentro de la Isla acceder a información de otros países, ni participar del mundo, ni siquiera opinar: hoy sí podemos. Gracias a cubanos y cubanas que lucharon y murieron por el acceso a internet y gracias a quienes todavía luchan contra leyes y decretos como el 370 dentro y fuera del país: hoy sí podemos y vamos a hacer uso de nuestras voces y nuestros cuerpos para bien, porque son ganancias de nuestra lucha. El diálogo, el debate, la discusión, la tiradera o la catarsis son ejercicios consustanciales a la apertura de un cuerpo endurecido y casi putrefacto, pestilente, inmóvil por 61 años. Una civilidad muerta, un cadáver que ahora diseccionamos, a la par que lloramos y queremos decirle todo lo que no pudimos y sobre todo lo que amamos, porque nos duele la muerte de quien tanto amamos por más defectos que tenga y por muy diversos que seamos. Si bien es cierto que nuestras sociedades son estructural y culturalmente racistas y opresoras también es cierto que tradicionalmente hemos construido estructuras y cultura de las luchas por las libertades, ya sea de resistencia pacífica, no violenta o a través de la rebelión y la guerra. Si bien hemos ganado ciertas de aquellas libertades aún nos quedan muchas por ganar, no debemos estancarnos en las zonas de confort. Si bien el mal que nos conmueve es el comunismo, también nos hemos convertido en ciudadanía del mundo y son más amplias nuestras responsabilidades cívicas ahora.


Ese grito de Floyd no fue para que viéramos lo negro, lo indio, lo chino ni lo blanco, lo cubanos ni lo americanos,lo comunistas ni capitalistas que somos y que hemos sido, eso ya debíamos saberlo. Nuestra historia humana nos ha dado pruebas más que suficientes de esas diferencias y lo que ha dejado como consecuencias. Si seguimos sordos a esas palabras y creyendo que tenemos la razón, tapamos la boca/otra y asfixiamos arrogantes sus oportunidades y derechos y opiniones, no estamos posicionando nuestras ideologías, estamos matando nuestra humanidad. Ese es el crimen. Absolutamente todas y todos respiramos y si no podemos, estamos muertos.

Iris Ruiz

(La Habana, 1980) Actriz, teatróloga, pedagoga, activista independiente de los Derechos del Niño y colaboradora de diversos proyectos artísticos y cívicos independientes. Creadora de Teatro Necesario, un método que imparte a través de talleres para empoderar a las personas a partir de sus propias necesidades. Fundadora también del proyecto Norias, con el que organiza eventos artísticos y culturales. Madre de seis hijos. Ha publicado artículos sobre la infancia, el arte y las culturas alternativas en la isla para revistas, periódicos y páginas digitales como Identidades, Voces y Diario de Cuba, Poesía Sin Fin, entre otras. En sus actuaciones se destacan los monólogos dirigidos a despertar la conciencia ciudadana, a promover y proteger los Derechos Humanos y el respeto y cuidado del planeta.