A la llegada de los españoles, desembarcados en 1510 por esa región, Hatuey convocó a la población aborigen y la incitó a la guerra hasta alcanzar expulsión de los invasores; pero no logró el apoyo de los caciques locales. Sin embargo, esta vez con mayor experiencia, llevó a cabo una táctica distinta con el empleo de emboscadas y acciones sorpresivas. Sus seguidores se escondían en los montes de Baracoa y se acercaban a los campamentos para aguardar el momento propicio de iniciar sus ataques y emprender rápidamente la retirada.
La reiteración de estas acciones mantenía en vilo a los españoles. No obstante, a los dos o tres meses de iniciada la resistencia, los españoles, con su armamento superior, controlaban todo el territorio sublevado con ínfimas pérdidas, en tanto los aborigenes eran exterminados paulatinamente. Perseguido tenazmente por sus enemigos, Hatuey fue sorprendido en su refugio por fuerzas de Diego Velázquez. Se dice que fue traicionado por uno de los indios que lo acompañó desde La Española.