Presidente de la República de Cuba de 1902 a 1906. Participó en la fundación del Partido Revolucionario Cubano. Fue electo presidente en las primeras elecciones celebradas en la República. Gobernó con honradez pero con absoluto servilismo hacia los intereses norteamericanos.
Carente de experiencia política pretendió gobernar una nación salida de una devastadora guerra con la misma austeridad que dirigiera su colegio de Central Valley. Por esta razón impuso una economía basada en mayores ingresos que gastos, al punto de conseguir en1905 un sorprendente superávit de más de 20 millones de dólares.
Próximo a concluir su mandato decidió ser reelegido, para lo cual se valió de la fuerza del poder y del fraude. Esto motivó que los seguidores del Partido Liberal se alzaran en armas. Cuando se percató de que la revuelta popular amenazaba con derrocarlo del poder, prefirió solicitar al gobierno norteamericano la intervención militar. Poco después renunció a la presidencia para facilitar la entrega de los destinos del país a los norteamericanos, por segunda ocasión.
Contenido
1 Síntesis biográfica
1.1 El Partido Revolucionario Cubano
1.2 Presidencia
1.2.1 Reelección
1.2.2 Caída
1.3 Últimos años
Síntesis biográfica
Se incorporó a la Guerra del 68 en octubre, como secretario y ayudante del Mayor GeneralDonato Mármol. Su madre, Candelaria Palma, no vaciló en seguir a su hijo a la manigua redentora y sufrir todos los rigores de una guerra sin cuartel.
El 23 del mismo mes fue designado para el cargo de síndico del gobierno cubano en Bayamo. En abril de 1869 fue elegido, en Guáimaro, miembro de la Cámara de Representantes, y en octubre de 1873 pasó a presidir ese órgano.
Al producirse la Sedición de Lagunas de Varona el 26 de abril de 1875, renunció a la Cámara. Integró la comisión que presidió el Mayor General Máximo Gómez, la cual se entrevistó con el Mayor General Vicente García, el 25 de junio de 1875, en Loma de Sevilla, Camagüey, para discutir las demandas que aún mantenían los sediciosos y de cuyas consecuencias fue sustituido el presidente Salvador Cisneros Betancourt por Juan Bautista Spotorno.
Tres días más tarde ocupó la Secretaría de Relaciones Exteriores y también atendió los asuntos de la Secretaría de la Guerra. A comienzos de1876 resultó electo presidente de la Cámara de Representantes. Fue presidente de la República en Armas, desde el 21 de marzo hasta el 19 de octubre de 1877.
El 19 de octubre de 1877, cuando se encontraba acampado junto con su escolta en Tasajeras, entre los ríos Cauto y El Salado, fue sorprendido y hecho prisionero por el enemigo, que lo encerró en El Morro de La Habana y posteriormente lo deportaron a San Fernando de Figueras, Cataluña. Tras el cese de las hostilidades en Cuba fue liberado el 29 de mayo de 1878 y partió hacia los Estados Unidos desde donde se trasladó a Honduras.
Al llegar a Tegucigalpa, fue nombrado primer Director del Servicio Postal de Honduras, traductor oficial y profesor del colegio de señoritas. En el Servicio Postal, Estrada Palma estableció las normas para la correspondencia interna y externa y incorporó a Honduras a la Unión Postal Universal. Al año siguiente fue nombrado a la Junta de Directores del Hospital General, donde asumió el cargo de Secretario.
Cuentan que al salir deportado juró no regresar hasta que la Isla fuera independiente, de ahí que en la nación centroamericana contrajera matrimonio con la hija del expresidente Santos Guardiola el 15 de mayo de 1881.
Años más tarde se establecería en la localidad de Central Valley, en el condado newyorkino de Orange, donde volvió a adquirir una posición de respeto e importancia. Estableció el Instituto Estrada Palma, una escuela bilingüe y bicultural. Allí lo encontraría José Martí, cuando intentaba fundir los deseos independentistas de las nuevas generaciones de cubanos con los intereses de los veteranos de la Guerra del 68.
El Partido Revolucionario Cubano
El 17 de abril de 1892 presidió la sesión del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en la que fue elegido Martí como Delegado de la organización anticolonial. En ese acto pronunció las palabras de clausura.
Estrada Palma encarnaba para Martí y otros muchos revolucionarios cubanos la continuidad histórica, la honradez intelectual y el civilismo democrático. Era visto como la personificación del vínculo de la Guerra del 68 y la que predicaba Martí, no sólo en una consideración generacional, sino también en un plano institucional, pues había sido presidente de la República en Armas, no había claudicado ante el enemigo ni aceptado el Pacto del Zanjón. Además, si bien por su extracción social procedía de la clase terrateniente, en la última década del siglo ostentaba la imagen del profesional honesto que se había forjado a sí mismo. Poseía las cualidades morales que lo acrecentaban ante sus contemporáneos, pues era conocida su honestidad, sencillez y dedicación al trabajo.
Luego de la muerte en combate de José Martí, que se confirmó en la emigración el 17 de junio de 1895, Estrada Palma fue elegido Delegado del PRC casi por unanimidad el 10 de julio y luego nombrado agente en el exterior de la República en Armas por los constituyentes en laAsamblea de Jimaguayú.
Estrada Palma desde su puesto al frente del Partido Revolucionario Cubano tenía en sus manos la tarea diplomática de la revolución, la rectoría del partido en el exterior, la dirección de los trabajos conspirativos de las juntas revolucionarias de la Isla, la búsqueda de fuentes de financiamiento para la guerra, la adquisición de armamentos y el envío de expediciones. Su limitación mayor estaba en su propia línea de pensamiento conservador, su falta de fe en las virtudes de los cubanos, su creciente desconfianza en la capacidad del Ejército Libertador de obtener la victoria sobre España y su aprecio desmedido por los Estados Unidos, que lo hacían confiar ciegamente en sus gestiones para obtener concesiones de aquel país.
Si bien el Consejo de Gobierno cubano lo consideraba un simple subordinado de la secretaría de Relaciones Exteriores[2], según lo dispuesto enJimaguayú, en los hechos las funciones que ejercía iban mucho más allá de lo que le permitía la Constitución. Por esa razón en numerosos medios de exterior se le consideraba el verdadero jefe de la revolución.
Sus potestades variaron poco cuando el gobierno dictó en agosto de 1896, las Disposiciones generales para la organización y régimen de la representación de Cuba en el extranjero[2]. Por estas disposiciones si bien Estrada Palma debía sujetar las gestiones políticas y diplomáticas de la misión a las instrucciones que recibiera del Consejo de Gobierno no tendría que consultar previamente las determinaciones que tomara, sino sólo informar de ellas para su ratificación. En el plano financiero estaba facultado para levantar empréstitos y podía hacer concesiones y convenios y contratos en nombre de la República. Fue tal el alcance del poder acumulado por Estrada Palma luego de Jimaguayú que en laConstituyente de La Yaya fueron criticados por excesivos.
A pesar de los límites que se fijaron para su desempeño, Estrada Palma siguió actuando de forma casi independiente del gobierno. Por esa razón el Consejo de Gobierno en septiembre de 1896 le demandó la dimisión si no estaba dispuesto a acatar la disciplina[2]. Estrada Palma se ofendió profundamente y presentó la renuncia pero el gobierno no la aceptó.
Estrada Palma dirigió gran parte de sus energías al frente de la Delegación a lograr el reconocimiento de la beligerancia de los cubanos por parte del gobierno de los Estados Unidos. La primera moción que se presentó en el Congreso de ese país – la del senador Wilkinson Call – fue resultado de las gestiones de Gonzalo de Quesada orientadas por Estrada para lograr el apoyo del legislador. Como parte de su estrategia en este sentido entabló relaciones con las grandes corporaciones azucareras norteamericanas y con la Standar Oil Company, entidades que se alineaban en la tendencia expansionista de los Estados Unidos.
Su desempeño como organizador del auxilio armado de la revolución fue muy desafortunado en los primeros tiempos de su gestión, sobre todo en el envío de expediciones. A pesar de contar con fondos para armarlas, la persecución de las autoridades norteamericanas y los espías españoles, unidas a su mezquindad a la hora de gastar dinero que lo llevaba a comprar buques inútiles como el George W. Childs o el Hawkins, donde casi perece el Mayor General del Ejército Libertador cubano Calixto García, hicieron que le criticaran dentro de la Isla y en la emigración.
Después de la creación del Departamento de Expediciones en febrero de 1896 y gracias a la labor de su muy competente jefe, el entonces coronel Emilio Núñez, la situación mejoró progresivamente. Si en 1895 llegaron a Cuba sólo cinco expediciones, en los nueve primero meses de 1896 arribaron trece.
A pesar de su labor diplomática la Delegación no pudo conseguir que ninguna nación reconociera la beligerancia de los cubanos. Había una tendencia continental de reconocerla sólo en caso de que lo hiciera los Estados Unidos. Sólo mostraron alguna simpatía hacia la causa cubana el gobierno ecuatoriano dirigido por el general Eloy Alfaro y el del también general dominicano Ulises Heureaux, pero sin mayores consecuencias.
Estrada Palma y Gonzalo de Quesada intentaron obtener que el presidente mexicano Porfirio Díaz liderara una acción colectiva de las naciones de América dirigida a lograr una mediación con España y obtener la independencia de Cuba a cambio de una indemnización en dinero. Gonzalo de Quesada partió hacia México con una carta de Estrada Palma, pero el presidente mexicano no lo recibió. Una idea semejante para obtener el apoyo de los países centro o sudamericanos sugerida por el presidente Salvador Cisneros fue desechada por Estrada Palma quien no la encontró plausible.
La Delegación y particularmente Estrada Palma prestaron gran atención a la recaudación de fondos para la guerra en Cuba, pero no fueron para nada exitosos; fracasaron en colocar los bonos cubanos en el extranjero y en conseguir empréstitos. La gran burguesía cubana residente en el exterior fue remisa a contribuir con dinero a la liberación de su patria. El representante cubano en París, Ramón Emeterio Betances le escribió a Estrada Palma:
“(…) no hay hacerse ilusiones; los ricos de aquí son indiferentes o enemigos de la revolución. Algunos contribuyen con algo más por complacer a los que vamos mendigando (…) por amor a la independencia.”
Durante el tiempo que Estrada Palma se mantuvo al frente del PRC se mantuvo la estructura del mismo, sólo se modificó una cuestión importante: Al surgir el cargo de representante del Consejo de Gobierno en el exterior, José Dolores Poyo, presidente del consejo de Cayo Hueso, propuso la modificación de los estatutos del Partido para dejar explícitamente en ellos que el partido siempre reconocería como Delegado a ese representante. Después de esto sólo el cargo de tesorero se mantuvo como elegible. Con esta medida Estrada Palma consolidó su poder dentro del partido, pues sólo debía rendir cuentas al Consejo de Gobierno, algo muy difícil de hacer con regularidad.
A diferencia de Marti, que siempre concedió gran importancia a la independencia de Puerto Rico, Estrada Palma consideraba que la acción del PRC debía concentrarse exclusivamente en la causa cubana. Con los patriotas puertorriqueños emprendió una sinuosa política de promesas incumplidas y de ocultamiento de información, que fue agraviando a éstos de forma tal, que luego de la invasión de Puerto Rico por las tropas de Estados Unidos durante la Guerra Hispano – Cubano – Norteamericana y la desparición de la Sección Puerto Rico del PRC, las relaciones entre dicha Sección y la Delegación del PRC eran muy poco cordiales.
El PRC bajo la dirección de Estrada Palma, se redujo a un simple club de recaudación de fondos y pertrechos. Como su fuerza se había asentado en el exterior, en la misma medida en que los emigrados regresaban a Cuba leugo de concluida la guerra el partido se desintegraba. La apatía se manifestaba particularmente en la cotización, los tabaqueros de Cayo Hueso se negaban a pagar sus contribuciones alegando que la guerra había terminado y en todas partes sucedía igual.
Desde el interior de la Isla nadie se mostraba interesado en fortalecerlo. Entre los que querían ver el partido desaparecer se encontraban los enemigos de la dirección política de Estrada Palma y elementos de pocos meritos revolucionarios interesados en la creación de nuevas agrupaciones políticas.
Ante esa situación Estrada Palma comenzó a trabajar abiertamente en la disolución del PRC bajo el argumento de que ya había cumplido su misión. A mediados de octubre de 1898 hizo cesar el Departamento de Expediciones y a finales de año dio a la publicidad la circular en la que anunciaba de manera oficial la disolución del partido. De esa forma concluyeron las funciones de la representación de la revolución cubana en el exterior.
Estrada Palma actuó de forma unilateral, irresponsable, inconsulta e impune al disolver el PRC. En vez de pedir orientación a los órganos políticos de la revolución se limitó a informar su decisión en una carta al vicepresidente Domingo Méndez Capote sin siquiera solicitar su autorización y desconociendo tácitamente al presidente Bartolomé Masó.
En su inteligencia abierta con los estadounidenses, Estrada Palma le recomendó entonces al General en Jefe Máximo Gómez la disolución inmediata y sin compensación monetaria del Ejército Libertador. Según le comunicó a Gómez, sus gestiones para obtener el reconocimiento de los haberes de los militares ante el presidente Mc Kinley habían resultado inútiles. Sugería que los mambises se emplearan como obreros en los ingenios, solución para la cual estaba ya en trato con los hacendados de Cuba. El general Gómez se negó rotundamente a disolver el ejército sin una compensación monetaria y le respondió en una carta:
“Razones de orden público, de alta política, de moralidad, me decidieron a oponerme y a seguir oponiéndome a que nuestros soldados que tantas pruebas de abnegación han venido dando, regresen a sus hogares destruidos a sus campos yermos sin un centavo en el bolsillo (…)”[3]
Fiel a su juramento, Estrada Palma permaneció en Estados Unidos hasta mucho después de ocupada la Isla por el ejército norteamericano, período en que una de sus pocas acciones públicas fue la de disolver el Partido Revolucionario Cubano en diciembre de 1898, al considerar que ya estaban cumplidos los objetivos que habían dado lugar a su creación.
Presidencia
Artículo principal: Gobierno del Presidente Tomás Estrada Palma.
Estrada Palma se convirtió en candidato a las primeras elecciones cubanas en las cuales tendría como oponente al Mayor General del Ejército Libertador cubano y último presidente de la República en Armas, Bartolomé Masó. El 7 de septiembre de 1901, en carta al general Juan Rius Rivera, Estrada expuso su programa de gobierno, en el que se plasmaba su disposición a una relación íntima con Estados Unidos y alertaba sobre la necesidad de interpretar de forma favorable la Enmienda Platt y de establecer un tratado de reciprocidad comercial con la nación norteña, mientras en asuntos de economía doméstica apuntaba hacia una austeridad extrema.
Ante la falta de garantías electorales el General Masó optó por el retraimiento y Estrada Palma ganó sin oposición. El 20 de mayo de 1902 se convirtió en el primer presidente de Cuba[4]. Al traspasarse la rama ejecutiva de los interventores norteamericanos al primer gobierno de Cuba, existían las siguientes secretaría: Estado y Justicia, Gobernación, Hacienda, Agricultura, Comercio e Industria, Instrucción Pública y Obras Públicas. Integraron el gabinete de Estrada Palma entre 1902 y 1906:
Gabinete de Tomás Estrada Palma | ||
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Secretaría | Secretario | Fecha de nombramiento |
Presidencia | Jorge Alfredo Belt Múñoz | 20 de mayo de 1902 |
Estado y Justicia | Carlos de Zaldo Beurmann | 20 de mayo de 1902 |
Carlos Ortiz Coffigny | 16 de agosto de 1904 | |
Juan Francisco O´Farrill Chappotín | 6 de marzo de 1905 | |
Gobernación | Eduardo Yero Beduén | 20 de mayo de 1902 |
Fernando Freyre de Andrade | 6 de marzo de 1905 | |
Obras Públicas | Manuel Luciano Díaz Sosa | 20 de mayo de 1902 |
Rafael Montalvo Morales | 6 de marzo de 1906 | |
Instrucción Pública | Eduardo Yero Beduén | 20 de mayo de 1902 |
Leopoldo Cancio Luna | 1 de diciembre de 1902 | |
Eduardo Yero Beduén | 6 de marzo de 1905 | |
Fernando Freyre de Andrade | 7 de marzo de 1905 | |
Manuel Francisco Lamar del Portillo | 13 de enero de 1906 | |
Hacienda | José María García Montes | 20 de mayo de 1902 |
Juan Rius Rivera | 6 de marzo de 1905 | |
Ernesto Fonts Sterling | * | |
Juan Rius Rivera | * | |
Agricultura | Emilio Terry Dorticós | 20 de mayo de 1902 |
Manuel Díaz Sosa | 30 de agosto de 1902 | |
Rafael Montalvo Morales | 7 de marzo de 1905 | |
Gabriel Casuso Roque | 20 de agosto de 1905 |
Francia, Inglaterra, Italia y México, fueron después de Estados Unidos, las primeras naciones en reconocer su gobierno. El 26 de mayo de 1902, Estrada Palma, dirigió su primer mensaje anual al Congreso del país donde hizo hincapié en la necesidad de mejorar la enseñanza pública, la cual se encontraba en estado calamitoso:
“Se ha dado al ramo la importancia que merece y declaro mi propósito de dedicar mis empeños al fomento de la escuela pública, convencido como estoy de que en ellas se encuentra el porvenir de la Patria.”[6]
Estrada Palma prestó atención a la creación de las fuerzas armadas del país. Bajo su gobierno quedaron estructurados los órganos represivos del naciente estado, particularmente la guardia rural que quedó bajo el mando del General Alejandro Rodríguez.
Tuvo que enfrentar además la llamada Huelga de los aprendices llevada a cabo por los obreros que se oponían a los inmigrantes, particularmente españoles, que copaban los puestos de trabajo en un país que carecía de ellos luego de una devastadora guerra. Estrada Palma manejó la situación lo mejor que pudo y se logró una solución que en cierta forma satisfacía todas las partes en conflicto.
Como había anunciado en su programa de gobierno, negoció un Tratado de Reciprocidad Comercial con los Estados Unidos. El Tratado de Reciprocidad Comercial enfrentó una fuerte oposición dentro de los Estados Unidos. Las potencialidades productivas de Cuba representaban un serio peligro para los productores de azúcar y tabaco de los Estados Unidos, por lo que su firma fue producto de un complejo proceso de negociaciones. Para lograr el tratado, que también era del interés de los elementos expansionistas de Estados Unidos era necesario vencer la resistencia de los remolacheros y los cosechadores de tabaco norteamericanos, los mismos que habían impulsado la Joint Resolution.
El Tratado, además del tratamiento desigual otorgado a los productos de ambos países, pues a la rebaja recíproca del 20 % de los derechos arancelarios fijados por cada nación se añadían rebajas entre un 25 y un 40 % a un grupo de productos norteamericanos, terminó de consolidar la dependencia de Cuba con respecto al mercado de Estados Unidos, que se convirtió en su proveedor casi único de manufacturas, y profundizó el proceso de monoproducción y monoexportación que ya se venía consolidando en la Isla desde finales del siglo XIX.
El 8 de noviembre de 1902, el Secretario de Estado de Estados Unidos amparado en la Enmienda Platt, exigió al gobierno cubano que cediera a perpetuidad las porciones de territorio necesarias para instalar bases navales y carboneras. En la nota los norteamericanos pedían dos bahías al norte y dos al sur del archipiélago, Nipe, Bahía Honda, Cienfuegos y Guantánamo. El gobierno de Estrada Palma logró que las pretenciones norteamericanas quedaran reducidas a Bahía Honda[7] y Guantánamo y no como cesión, sino como arriendo por el tiempo que ambas naciones las necesitasen. El acuerdo sobre las carboneras quedó definitivamente sellado con la aprobación del Tratado Permanente que fue remitido al senado cubano en marzo de 1903. Luego de las negociaciones con Estados Unidos, que incluyeron la aprobación de un Tratado Postal, el gobierno concertó un empréstito de 35 millones de pesos para el pago de los haberes de los miembros del Ejército Libertador.
Estrada Palma se caracterizó por ser sumamente ahorrativo durante su mandato. En 1905 el tesoro cubano tenía la fabulosa cantidad para la época de 24 817 148 pesos con 96 centavos de los cuales sólo poco más de 3 millones y medio correspondían al empréstito.
La acumulación de tanto dinero obligó a Estrada Palma a invertir en obras públicas. En su última legislatura el gobierno aprobó 300 000 pesos para que cada provincia construyera carreteras y caminos y más de 400 000 para la conservación y reparación de las mismas. Para acueductos y mejora de los edificios del Estado se consignaron varios miles de pesos.
Reelección
Aunque al comenzar su mandato había anunciado la intención de gobernar distanciado de las fuerzas políticas sus tendencias conservadoras lo inclinaron hacia los elementos más afines a sus ideas en ambas cámaras del Congreso.
Con parte del Partido Republicano Conservador y los antiguos autonomistas, que hasta entoces se habían retraído de la vida pública, se creó una nueva agrupación política, el Partido Moderado. Estrada Palma se asoció a la agrupación el 1 de febrero de 1905. Ante el Comité Ejecutivo de la Asamblea Provincial del Partido Moderado en La Habana declaró solemnemente:
“Estando de acuerdo con los principios y las doctrinas que constituyen el programa del Partido Moderado, con sus procedimientos de sensatez y discreción y su amplitud de miras, dentro del más recto y elevado patriotismo, me es grato informar en presencia de tan honrosa delegación, que estoy identificado completamente con el Partido Moderado y que formo desde luego parte de él como ciudadano de la República.”[6]
Después de afiliarse al Partido Moderado, Estrada Palma se dedicó a colocar en su gabinete hombres que pudieran garantizarle la reelección. El 6 de marzo aceptó la renuncia de sus secretarios y nombró en las vacantes a Juan O´Farrill y Chapottín, para Estado y Justicia; Fernando Freyre de Andrade para Gobernación; Juan Ríus Rivera para Hacienda; Eduardo Yero para Instrucción Pública y Rafael Montalvo para Obras Públicas. Los nuevos secretarios se dedicaron inmediatamente a presionar el personal que no simpatizaba con el Partido Moderado.
La falta de una nueva Ley Electoral, propició que el Ejecutivo tomara la iniciativa ante la voluntad de reelección del Presidente, que usó y abusó de las facultades concedidas al Gobernador General en la Ley Municipal de 1878. Freyre de Andrade al frente de Gobernación encontró el modo de remover de sus puestos a los alcaldes municipales y consejales que no se afiliaban al Partido Moderado[8].
La reelección era sumamente impopular. El 17 de abril en una gran reunión del Partido Liberal habló el general Máximo Gómez, ya en franca oposición a Estrada Palma. Ahí el viejo caudillo manifestó que era necesario acabar con la oligarquía que representaba el gobierno y pronunció unas amenazantes palabras:
“La situación es gravísima. Se sienten ya latidos de revolución.”[6]
El general Gómez falleció menos de dos meses después como consecuencia de una infección surgida por una escoriación en la mano, surgida al saludar a un gran número de personas en un viaje de propaganda antigubernamental por todo el país.
El 17 de junio de 1905, el mismo día de la muerte del viejo caudillo dominicano, el presidente Estrada Palma lo visitó en la mansión del Vedadodonde agonizaba. Al ver el estado del viejo general el presidente cubano se conmocionó. Estrada Palma firmó la ley aprobada por el Congreso, reunido de forma extraordinaria, que consignaba hasta 15 000 pesos para el entierro del Mayor General Máximo Gómez y autorizaba que se le rindieran al cadáver los honores de presidente de la República.
La muerte del general Gómez facilitó el camino de los generales Rafael Montalvo y Freyre de Andrade en su afán de forzar la reelección de Estrada Palma a través de la coacción y el fraude. El presidente y sus partidarios se envalentonaron aún más luego que se aproximaran a sus posiciones dos importantes políticos que hasta el momento le habían criticado, los generales Emilio Núñez y José Braulio Alemán.
El 11 de septiembre se le comunicó a Estrada Palma su designación oficial como candidato presidencial del Partido Moderado. Una comisión de la corporación, dirigida por el General Domingo Méndez Capote le notificó la decisión del Partido.
Los excesos del gobierno aumentaron en la misma medida en que se aproximaban las elecciones. En la tarde del 22 de septiembre fue asesinado en el Hotel La Suiza de Cienfuegos el destacado político liberal y oficial del Ejército Libertador, Enrique Villuendas. Luego de la muerte de Villuendas, los moderados en vez de apaciguar la situación aumentaron aún más la represión.
Ante la falta de garantías electorales el Comité Ejecutivo Liberal acordó el retraimiento electoral, como paso previo a la insurrección.
Las elecciones fueron tranquilas. Sólo concurrieron los moderados. Los miembros de las mesas electorales sin supervisión cometieron todo tipo de fraudes: En la provincia de Santa Clara votaron 88 340 electores, el 90 %[6], en unas elecciones sin oposición; hubo pueblos en Matanzas y en La Habana en los cuales votaron más personas que las registradas en el censo durante la ocupación norteamericana.
Caída
El Congreso se reunió el 2 de abril. Fue elegido presidente del mismo el Doctor Ricardo Dolz. Los liberales no concurrieron en su mayoría como protesta frente al atropello de que habían sido objeto.
El 4 de mayo se proclamaron a Tomás Estrada Palma y Domingo Méndez Capote como presidente de la República y vicepresidente respectivamente. La toma de posesión tuvo lugar el 20 de mayo de 1906 a las 12:00 m.
Los liberales, barridos de las más importantes posiciones políticas por el retraimiento, constituyeron un Comité Central Revolucionario y comenzaron las labores conspirativas. Los seguidores del Partido Liberal, se alzaran en armas, en Hato de La Vega, el 19 de agosto de 1906. El Presidente Estrada Palma considerándose incapaz para dominar la revuelta y no queriendo transigir con los alzados en armas, pidió al gobierno norteamericano por conducto del Cónsul General de los Estados Unidos en La Habana, Frank Steinhart, el envío de barcos de guerra y tropas.
El presidente Theodore Roosevelt, que no deseaba la intervención, ante la demanda reiterada de Estrada Palma, y dándose cuenta de la gravedad de la situación, envío primero las tropas y los barcosy después al secretario de la guerra William Taft y al subsecretario de Estado Robert Bacon, como representantes especiales suyos para que sirvieran de mediadores entre el gobierno y los alzados y evitasen la intervención.
Estrada Palma y el Partido Moderado, sin embargo, se negaron a cualquier tipo de arreglo con los revolucionarios y Taft y Bacon ante la renuncia del presidente, del vicepresidente, de todos los secretarios de despacho y la actitud antinacional del Congreso que no eligió persona alguna para ocupar la vacante presidencial, se vieron obligados a aplicar la Enmienda Platt y hacerse cargo del gobierno, estableciendo uno provisional norteamericano.
Últimos años
Al renunciar a la presidencia buscó instalarse en Matanzas. Taft le ofreció uno de sus acorazados para que hiciera el viaje pero Estrada Palma lo rechazó y partió en tren. En Matanzas el general Pedro Betancourt le buscó alojamiento.
Pasó varios meses en Matanzas hasta que decidió radicarse en La Punta, cerca de Bayamo, en la finca que heredó de su familia. La propiedad era una ruina tras 40 años de abandono, la mayor parte de los cuales permaneció embargada por el gobierno español, y se encontraba ocupada por varios campesinos que lo disfrutan por lotes a título de dueños.
Vivió el ex presidente en una casa de paredes de tabla y techo de guano hasta que logró construir una pequeña vivienda de tejas en lo alto de una loma. Quizo poner a producir la finca, dedicarla a la ganadería y para ello vendió su propiedad en Central Valley pero no le fue bien como ganadero, debiendo vender sus reses a bajo precio y en plazos cuyos pagos no siempre se cumplían.
El propietario de The New York Herald se le ofrece para recaudar en Estados Unidos dinero en su nombre; otros hacen gestiones para que Charles Magoon le ofrezca apoyo, pero Estrada Palma se niega a ser auxiliado en forma alguna.
A finales del año de 1908 se encuentra muy enfermo y débil. Logran llevarlo a Manzanillo y después a Santiago de Cuba. Se aloja en la residencia de Francisco Antúnez, en Segarra 17. Los médicos logran sacarlo de la gravedad, pero son incapaces de vencer su mal estado de ánimo. Apenas sale de la cama y sobreviene la pulmonía. Muere el 4 de noviembre. Fue su deseo expreso que lo inhumaran en Santa Ifigenia, cerca de la tumba de José Martí.