Juana de la Caridad “Juanita” Castro Ruz, nacida el 6 de mayo de 1933 del matrimonio de Ángel Castro Argiz y Lina Ruz González, y quinta de los siete hermanos: Angelita (1923-2012), Ramón (1925), Fidel (1926), Raúl (1931), Enma (1936) y Agustina (1938). Con su hermano Raúl, Juanita siempre tuvo mucha afinidad y lo llamaba cariñosamente Muso.
Contenido
1 Biografía
2 Su relación con la CIA
2.1 Donna
2.2 Good-bye Donna
3 Referencias
4 Enlaces externos
Biografía
Como todos los hermanos de la familia Castro Ruz, Juanita estudió en los mejores colegios de Cuba y al igual que sus hermanas, se graduó del colegio católico de las Ursulinas en La Habana.
Pero la familia Castro Ruz saltó a la notoriedad, cuando en 1953 sus hermanos Fidel y Raúl Castro lideraron el asalto al cuartel Moncada.
Con el triunfo de la Revolución cubana el 1° de enero de 1959, Juanita, la activista que en 1958 recaudaba fondos para la lucha de sus hermanos, se dedicó a construir clínicas, escuela y hospitales en el campo.
Pero ocho meses después todo cambió. Juanita no pudo cerrar los ojos a los fusilamientos, a las confiscaciones, a las persecuciones de opositores.
“Me empiezo a desencantar cuando veo tanta injusticia y digo, esto no es posible, estos aquí están equivocados, alguien aquí está haciendo las cosas malhechas”, explicó Juanita.
Juanita Castro Ruz
Nacimiento | 6 de mayo de 1933 Birán, Provincia de Holguín, Cuba |
Nacionalidad | Cuba y Estados Unidos |
Ocupación | Empresaria, conferencista,escritora |
Padres | Ángel Castro Argiz Lina Ruz González |
Sitio web | http://www.juanitacastro.com/ |
Con el paso de los meses, su desencanto personal con el régimen fue creciendo. Ana Ely Esteva, a quien Juanita rescatara del G2 -la policía política del entonces nuevo gobierno revolucionario- en múltiples ocasiones, recuerda la suerte del comandante Humberto Sorí Marín.
“Mira, cuando fusilaron a Sorí Marín, Juanita fue a ver a la madre de Sorí Marín, y Fidel le había dicho a Juanita: Dile a la vieja que duerma tranquila, que no le va a pasar nada y al otro día en primera plana en el periódico, el fusilamiento de Sorí Marín”, explicó Ely Esteva.
“Teníamos la tendencia de echarles la culpa a los subalternos, pero es que realmente no era de los subalternos de donde venían las órdenes, era de las capas de arriba, de Fidel, del Che Guevara, de Raúl”, explicó Juanita.
Desafiando el peligro y los lazos familiares, Juanita siguió socorriendo a quienes desesperados la buscaban. Juanita escondía a mucha gente en su casa, incluyendo a personas que habían servido al gobierno derrocado de Batista. Cuando ella no podía resolver una cosa, recurría a su madre.
El 2 de diciembre de 1961, en un mensaje televisado en cadena nacional, Fidel anuncia a Cuba, al mundo y a unas atónitas Juanita y su madre una noticia: “con entera satisfacción y con entera confianza soy marxista-leninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida”.
Pero el 6 de agosto de 1963, la vida le dio un golpe fatal: a los 57 años de edad, muere Lina Ruz, la madre de los hermanos Castro.
“Cuando ella muere yo tenía una situación muy delicada en Cuba por mis actividades en contra del régimen, pero claro, con mi madre siempre me sentía más protegida, pensaba siempre que mientras ella estuviera a mi lado a ellos les hubiera costado más trabajo tomar medidas drásticas en contra mía”, recordó Juanita.
Juanita supo que había llegado el tiempo de partir de Cuba para siempre.
“Yo dije: a Juanita la van a fusilar aquí porque Juanita se metía en todo, en todo”, explicó Esteva.
Sin embargo, es Raúl, quien conociendo a medias las actividades de su hermana favorita, le dice lo que sabe, también el enojo de Fidel, y le consigue la visa para que pase un tiempo en México, con Enma, otra de las hermanas.
“La última vez que hablé con mi hermano Raúl fue el 18 de junio de 1964, el día anterior a marcharme. Fue la última vez que hablé y que lo vi personalmente”, dijo Juanita.
Nunca más volvería a reunirse ni con Raúl ni con Fidel Castro. Diez días después, el 29 de junio de 1964, Juanita Castro denunció el régimen político de sus hermanos, y rompió con todo. Esto fue durante una entrevista de radio con el periodista mexicano Guillermo Vela. Al día siguiente fue noticia de ocho columnas en todos los diarios de México, la deserción de Cuba de Juanita Castro Ruz.
“No obstante mi conciencia no me permite callar sobre una causa: la causa de la libertad de Cuba”, afirmó Juanita.
Poco después vino el exilio, el tiempo del discurso encendido, primero en México, por temor a represalias se traslada unos días a Puerto Vallarta y poco después a Miami. En 1965 obtendría la residencia legal en los EE.UU.
En 1999 su amiga la periodista mexicana María Antonieta Collins, finalmente la convence de publicar sus memorias: Fidel y Raúl mis hermanos, la historia secreta. La obra es publicada diez años después, en octubre de 2009.[1]
Su relación con la CIA
“La CIA, que ellos querían hablar conmigo, porque tenían cosas interesantes que decirme y cosas interesantes que pedirme, que si yo estaba dispuesta a correr ese riesgo, que si yo estaba dispuesta a oírlos a ellos, yo me quedé abrumada, pero de todas maneras les dije que sí”, concluyó Juanita.
Donna
Dos años después de la fallida invasión de Bahía de Cochinos en abril de 1961, la esposa del embajador brasileño en La Habana, Virginia Leitao da Cunha, amiga de Juanita, le ofrece ingresar a la CIA. Ella queda estupefacta, no responde, pero acepta viajar a Ciudad de México a entrevistarse con un agente en la capital mexicana.
El 23 de junio de 1963, Juanita aterriza en Cd. de México, posteriormente se encuentra con Virginia, juntas van a la entrevista secreta en el hotel María Isabel Sheraton.
Juanita y Virginia ingresan a la habitación de Enrique, Virginia se retira discretamente y los deja solos en la habitación del lujoso hotel. Sin rodeos el agente de la CIA, cuyo nombre real era Tony Sforza, le ofrece a Juanita ingresar a la agencia y ayudar con la Operación Mangosta, que trataba de una guerra económica al régimen cubano.
Juanita acepta colaborar con la agencia con dos condiciones, la primera es que no aceptará ninguna retribución económica para si misma, ya que ella lo consideraba como una obligación como cubana; y la segunda es que por ninguna circunstancia participaría en ningún asesinato. Ambas condiciones no eran negociables, según recordaría en sus memorias.
El hotel María Isabel Sheraton y la embajada de los Estados Unidos solo están separados por la angosta calle de Río Danubio, por lo que Juanita sospechaba que toda la entrevista con Enrique fue grabada.
Con el nombre clave Donna, Juanita le da un giro de 180° a sus actividades clandestinas en contra del régimen de sus hermanos Fidel y Raúl. De regreso a La Habana recibe una radio de onda corta y continúa trabajando a favor de los perseguidos por el G2, la policía secreta cubana, hasta su partida definitiva de Cuba el 19 de junio de 1964.
Good-bye Donna
Después de colaborar varios años con Enrique el agente es comisionado a Vietnam y Laos. El nuevo contacto de Juanita en la CIA es un cubano-estadounidense llamado Salvador Lew.
En enero de 1970 con la entrada del nuevo presidente de los Estados Unidos Richard Nixon, la situación con Cuba cambiaría dramáticamente.
Ese mismo año Salvador Lew concerta precipitadamente una entrevista muy privada en la casa de Juanita en Miami con un par de agentes de la CIA recién llegados de Washington, D.C., estos hombres solo se presentan como el Agente A y el Agente B. En un perfecto español los agentes americanos le piden a Juanita que, con motivos de las recientes negociaciones del secretario de estado Henry Kissinger con el gobierno de la Unión Soviética, se retracte de todas sus declaraciones en contra del régimen comunista cubano que ella hace en su programa de radio llamado “Radio Periódico”. Juanita furiosa se niega rotundamente y despide de su casa a los agentes de la CIA.
Casi de inmediato se suspende la ayuda financiera de la CIA para la “Fundación Martha Abreu” dirigida por Juanita, así como de las emisiones de su programa de radio que te transmitía a través de Radio Nueva York.
Juanita se considera un peón más en el ajedrez de las grandes potencias, envía una carta al entonces director de la CIA, Richard Helms, solicitando vehementemente que no coarten y no coaccionen su libertad de expresión. Al no recibir respuesta alguna de Helms, Juanita decide romper con la agencia y enterrar a Donna.
Referencias
↑ Fidel y Raúl mis hermanos, la historia secreta. Juanita Castro y María Antonieta Collins. Editorial Aguilar, 1a. edición octubre de 2009.