Aunque las fronteras físicas y políticas sean los raseros comunes para determinar el status diaspórico de un sujeto o su obra creativa, el audiovisual cubano contemporáneo —producido en la isla por quienes residen en ella—, ha estado signado por una suerte de destierro general respecto a las principales plataformas institucionalizadas de producción, distribución y exhibición. No faltan zonas de tolerancia y discreto diálogo como la Muestra Joven, el Almacén de la Imagen, el Festival de La Habana, el Festival Imago del ISA y otros espacios de naturaleza eventual, pero sus proyecciones resultan, a la larga, circunstanciales y excepcionales.