Desde la tronera: la ilustración de Carlos.
Carlos no se toma muy en serio lo de funcionar dentro del gremio artístico. Sin expectativas de grandes ventas, reconocimientos o exposiciones en galerías, su vida transcurre más bien entre acompasadas prácticas de meditación y una oscura frikandad.
Esto no presupone que se encuentre alejado de los lamentos terrenales, de las disparidades sociales, todo ello también forma parte de su mundo. Es un sujeto común que solo descree de las utopías monumentales por lo que ayudar a forjar las pequeñas, se le hace fácil, atractivo, de urgencia. Creo que es esto lo que lo conmina a trabajar para Havana Times (HT) desde hace casi un año. Eso, la libertad de creación y por supuesto, la paga.
La revista Havana Times se inserta dentro de ese fenómeno de la blogosfera cubana que ha advertido el nacimiento de una nueva generación. Grupo humano minúsculo, amorfo, disperso, que sin conocer a ciencia cierta el real funcionamiento de la red de redes, ha construido su torre de comunicación en el umbral de esta poderosa plataforma.
Carlos pertenece a esta fracción, aunque ínfimas veces pueda ver su obra publicada. Aunque no pueda participar de la polémica generada entre inconformes, entusiastas y/o nostálgicos comentaristas. Él forma parte de esa comunidad un poco más “conectada” que otras de la isla, que le habla sin quererlo, a un público foráneo.
Graduado de la Academia de San Alejandro, este pintor, traduce a imágenes, crónicas, noticias, experiencias personales, desgracias colectivas; sin identificarse abiertamente con una corriente política extremista, sin necesidad de incluir sus apellidos en la lista de opositores, blogueros, activistas proscritos – aunque de seguro ya estén-.
Junto a él, otros como Yasser Castellanos, Manuel Herrera, Onel Calero ilustran, en su sentido más literal, la iniciativa de Circles Robinson, fundador de HT, otro hippie con madera de soñador.
Sin embargo, dentro de este grupo algo hace particulares a las obras de Carlos. Quizás no sea tanto el trazo a ratos naif de algunas de ellas, o la recurrencia del humor, o la presentación del mensaje sin floreado lenguaje. A lo mejor se trata de esa (des)humanidad cercana que caracteriza a sus personajes.
A entender de Carlos la mayoría de esas ilustraciones bien pudieran publicarse en la prensa oficial – aunque sabe que no lo van a hacer y tampoco va a proponerlo-. Pero lo que más le interesa es señalar un problema en la plataforma editorial que lo permita; y observar cómo se resuelve.